Con una personalidad serena y amable, Juan Cerda, a sus 26 años es uno de los reconocidos representantes del golf nacional. Ha desarrollado una impecable carrera tanto como jugador amateur y profesional, que lo ha llevado a ser número 1 en el ranking de nuestro país, y a representar a Chile en innumerables torneos internacionales. Este golfista de tiempo completo, va por más y nos habla de su pasión por esta disciplina.
Recuerdo como si fuera hoy cuando gané el Orange Bowl en 2011. Llegué al desempate en playoff a tres hoyos con un jugador belga y logré un eagle en el último, pegando un segundo tiro espectacular que dejó la pelota a 40 centímetros del hoyo. El juego estaba muy cerrado, sentí la adrenalina de la presión y respondí. Momentos así dejan el gustito de seguir compitiendo. Por situaciones como esa, me hice profesional.
Mi historia con el golf comenzó a los nueve años, gracias a que mi papá, que trabajaba en el Club de Polo, tuvo que ir a abrir la cancha de práctica y yo tuve que acompañarlo. Fue la primera vez que me enfrenté a este deporte.
Me llamó la atención el área verde, el pasto, los árboles. De la nada agarré un palo de golf y empecé a ver si le podía pegar a la pelotita. Cada canasto traía 40 pelotas y pegué 13 canastos de pelotas en el primer día de práctica. Terminé con las manos muy adoloridas, pero súper motivado. Desde ese día en adelante agarré un encanto con el golf y no lo volví a soltar nunca más.
Iba a jugar los fines de semana o algún día que salía temprano del colegio me venía al Club, en micro o metro desde Puente Alto.
Por no ser socio del Club, teníamos que pedir una autorización para que me dejara practicar y me abrieron las puertas por completo. Eso me permitió entrenar y disfrutar como niño del deporte que estaba tratando de jugar. Más adelante me becaron en la escuelita de golf, donde pude participar en los campeonatos internos y así ir desarrollando paso a paso una pequeña carrera golfística, y de eso estaré siempre agradecido.
A los 13 años me di cuenta que quería estar todo el día metido en la cancha de golf. Con el tiempo, comencé a ver resultados en campeonatos nacionales y empecé a viajar por Chile a través del Golf Action, por intermedio de la Federación Chilena de Golf. Llegué a ser el número 1 Juvenil de Chile.
En una oportunidad me tocó definir el Abierto Juvenil de Chile con Mito Pereira, que era un par de años menor que yo y que desde chico era un jugador extraordinario, con un gran talento innato. Veníamos combo a combo y al final le gané. Así me fui dando cuenta de que gracias al esfuerzo y dedicación empezaba a ver los frutos y eso me fue motivando cada vez más.
En mis primeros campeonatos internacionales tuve un período de adaptación de un año en que no jugué tan bien y luego de eso empecé a mejorar y pude ganar un par de campeonatos internacionales como amateur. En esto torneos, como los sudamericanos o Copa Los Andes, se va generando un roce distinto con jugadores y ese roce me ayudó a tomar la decisión de ser profesional.
Hacerse profesional requiere tener un CV deportivo y tener cuarto medio rendido. El resto es tu propia decisión. Luego tienes que asociarte a la JPGA, una entidad que maneja los campeonatos y los profesionales jugadores chilenos. Yo me decidí a los 19 años tras haber ganado varios campeonatos internacionales y nacionales. Logré ganar un campeonato con profesionales y eso me dio la oportunidad de competir en el Chile Classic.
Después me lesioné la rodilla y estuve unos seis meses parado, lo que me hizo perderme el mundial de Turquía de ese año y la Copa Los Andes que se jugó en Venezuela en 2012, la última Copa Los Andes que ganó Chile. En ese tiempo era el número 1 del ranking y me perdí todos esos campeonatos por la lesión. Cuando volví a practicar decidí hacerme profesional con todo.
Es un camino que no está libre de obstáculos. Cuando era más joven, tenía el nivel para jugar algunos campeonatos internacionales a los cuales no pude ir, como el Optimist que se juega en Miami, porque no tenía plata para pagarme un pasaje de avión o un alojamiento en Estados Unidos. Tenía la ilusión, las ganas y la práctica, pero no la plata.
Y hoy mismo, tengo tarjeta de un Tour Internacional, pero es carísimo jugar, cuesta unos $2,500 dólares por evento. Sin auspiciador es súper complicado. Yo creo que a todo rango te vas topando con obstáculos, y casi siempre van ligados al tema del apoyo al deporte en general.
En esta carrera, si haces tres años perfectos, puedes llegar al PGA Tour de manera convencional. No como lo hizo Joaco Niemann, que tuvo invitaciones y aprovechó su oportunidad y logró mantenerse ahí. Hay que sacarse el sombrero con lo que él hizo, porque de manera convencional tienes que pasar por los tres tours.
También como profesional se debe estar dispuesto a sacrificar algunas cosas, como pasar Navidades o cumpleaños lejos de tu familia, o perderse un carrete con amigos. Pero con mi psicóloga fui comprendiendo que debo complementar mi vida cotidiana con el deporte y entender que es mi trabajo. Como en todos los trabajos es necesario tener unos días de descanso, estar en familia, salir con los amigos. Mi rutina es entrenar cinco días a la semana en el Club de Polo y en el gimnasio MEDS, y me dejo un día y medio de descanso.
Desgraciadamente el año 2020 fue un año perdido deportivamente hablando. Tras nueve meses sin competencias, se requiere acomodar muchas cosas nuevamente: anímicas, técnicas y económicas, pero en este retorno he vuelto a trabajar junto a Eduardo Miquel en su academia.
Los que no conocen el golf opinan que es un deporte lento, para viejos, pero en realidad uno tiene que conocer primero el deporte, practicarlo alguna vez y, cuando vea la pelota volar en el aire, esa sensación no tiene precio. Hoy, con Joaco Niemann, se están rompiendo esquemas acá en Chile. Hay muchos jóvenes que antes pensaban que este era deporte para gente mayor jugando golf. Puede que no sea un deporte de mucha adrenalina, pero se respira la competencia. El golf te da la oportunidad de competir entre un profesional y una persona que no es tan buena. Por eso existen los hándicap, que te nivelan para jugar de tú a tú.
El golf es mi vida, está muy ligado a todo lo que hago, lo que como, lo que respiro y va siempre como por ese camino. El golf transmite muchos valores importantes para la vida más que otros deportes. Este es un deporte solo, donde eres tu propio juez, tienes que ser totalmente honesto contigo mismo. Y si en la cancha se te movió la pelota y nadie más te vio que tú, vas y dices: “¡Se me movió la pelota!” Y te pones el palo de castigo. El golf te entrega ese tipo de valores, que sirven también fuera del golf, en la vida cotidiana.
No me veo en el futuro fuera de una cancha de golf. El golf es mi vida, respiro golf, como golf, corre por mis venas. En campeonatos internacionales me sentaba en la cena a comer con los demás golfistas y yo me ponía a contar mi vuelta de golf. Me decían que habláramos de otros temas, pero esa era mi vida. Cuando vivía con mis papás, dejábamos a mi mamá de lado y con mi papá no parábamos de hablar de golf.
A futuro, el golf puede ser un deporte más popular e inclusivo en Chile. Hay que eliminar esa idea de que es un deporte elitista. Se ha ido rompiendo ese cascarón de a poquito. Hoy existen canchas a las que cualquiera puede ir a jugar, quizás no tan baratas, pero permiten experimentar el deporte.
Como muchos otros deportes, el golf está creciendo a todo nivel en Chile, hay mucha gente motivada. Joaco viene inspirando a las nuevas generaciones más que los otros profesionales chilenos. Nos van a ver como jugamos, pero Joaco es quién ha motivado esas ganas de ser igual a él. Eso anticipa que el recambio viene potente.