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¡Ya po, quédense en sus casas!
Nueva columna de Desirée Soulodre
Foto por: Getty Images

Ahora que no puedo jugar, me doy cuenta lo mucho que me gusta jugar golf. Esto ya me paso antes, por circunstancias de la vida estuve más de un año sin jugar, así que entiendo perfectamente lo que están sintiendo. No sólo jugar, sino que caminar, reírse con los amigos, compartir, el hoyo 19, todo.

Hay varios clubes que todavía están abiertos, y que algunos de ustedes pueden jugar, aunque los entiendo y sé que no le hacen mal a nadie, no hacen más que incrementar la rabia hacia nosotros los golfistas.

Esta Federación ha hecho grandes esfuerzos por desestigmatizar el Golf, con varios programas que tratan de hacer este deporte más asequible. Es así, como con gran éxito se están llevando a cabo el Programa de Golf Escolar, el de Iniciados, los Adultos Mayores en Ñuñoa, y recientemente, la instalación de un putting green en el Instituto Teletón de Santiago. Pero basta una foto de tres carros de golf para borrar de un plumazo, todo el esfuerzo que hemos venido haciendo.

Solo les pido que no jueguen por un tiempo. Sobretodo que hay mucha gente asustada. Yo tengo miedo de que se contagie alguien de mi familia; tengo miedo de perder la pega; de no poder cumplir con todos los compromisos y las deudas; de no tener certeza cuanto durará esto; de como estará el país cuando esto termine; de como será vivir después del Coronavirus. Imaginen como estará el resto de la gente con la que nos vemos todos los fines de semana en los clubes y que tiene menos redes y menos recursos que nosotros. Que estarán sintiendo los caddies, los trabajadores de la cancha, de las casillas, los camarines, los que trabajan en los restaurantes y en las cocinas. Si hay algo que he aprendido es que las cosas pueden ser siempre peores, por lo que tenemos que cuidar todo lo que hemos construido, por que, mal que mal, somos un grupo muy afortunado. Es más, deberíamos concentrarnos en como ayudar a todos aquellos que comparten con nosotros y que están más desprotegidos. Ya hay muchos golfistas organizándose para ayudar, por lo que canalicemos nuestras fuerzas hacia allá.

Muero de ganas de jugar, pero también de juntarme con mis hermanas y abrazarlas, con mis sobrinos y cuñados, de celebrar los cumpleaños, de viajar a Viña a estar con mis suegros, tomar un café con mis amigas, o simplemente caminar tranquila por la calle. Pero desgraciadamente, por ahora, no lo puedo hacer.

Si todos colaboramos, confío en que podremos volver a la normalidad en un par de meses, pero tendremos que aprender a convivir con estos virus de aquí en adelante, sin antes hacer algunos sacrificios.

Me da lo mismo donde pasen su cuarentena, pero cuídense y cuiden a los que los rodean, esto es serio y grave, y todo lo que hagamos tiene consecuencias, así que ¡Ya po, quédense en sus casas!

Publicado el 22 de marzo, 2020
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